miércoles, 25 de noviembre de 2009

Con búsqueda no hay encuentro

“Nunca me voy a resignar”, repetía una y otra vez dentro de su cabeza. Las imágenes giraban alrededor de la amenazante idea de fracaso que no la dejaban en paz. Su padre le había mostrado que cuando uno no quiere vivir otro sí lo puede desear. Especialmente si este otro forma parte del vínculo. Y más aún si es su propia hija.
Tampoco dejaba de buscar. Había que verle hacer los garabatos que dibujaba mientras proyectaba cálculos y aproximaciones de sus futuros estudios. Todo por alcanzar un fin, un título, un algo, un todo. Su toda identidad pendía de cálculos y planificaciones. Su prisión también. La libertad para ella significaba dejarse ser. Dejar de estimar fechas, metas, proyectos. La libertad estaba en su presente. En el aquí y ahora de su vivir. Sabía que lograr esta libertad implicaba volver a ser viviente de un presente con toda su sensible interioridad. Pero sospechaba si el miedo por dejar de especular y calcular no tenía otra vez que ver con la experiencia de haber sido testigo de la descomposición de su padre. Dejar de buscar y calcular era encontrar, encontrarse…

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