jueves, 26 de noviembre de 2009

Juntos por la calle - Primera parte

Siempre que pasaba caminando por ahí pensaba si volvería a verlo, si seguiría ahí. La vez que salió del subte hacía más calor de lo habitual. Villa Crespo en aquella época se ponía fatal. Mucho calor. Cruzar las vías del tren con el malón que acaba de salir de la estación del subte, le daba asfixia y pánico. En ese cruce no solo se cruzaban trenes, autos y personas. Se cruzaban también otras cosas. Diferentes. Destinos y realidades. Todos por el mismo cruce; cruzándose. Esta vez no fue muy distinto al resto de las veces. Al acercarse, a medida que caminaba, notó que él ya no estaba solo. Estaba acompañado, y el escalón, ya no le pertenecía solamente a él. Tenían mucho en común, a pesar de llevarse cuarenta años de edad. Ambos habitaban la misma cuadra. Él, hacía ya muchos años, desde febrero de 2002, cuando le remataron la casa. Pero en ese escalón vivía desde que había cerrado el local, dos años atrás. Ambos tenían también las manos y los brazos sucios. Ella por jugar. Solía ir tocando todo objeto con el que se cruzase, mientras recorría pidiendo, por las calles y andenes. Casi como rogando que algo le devolviesen. Algo que le habían quitado. Por eso cuando ella comenzó a frecuentar la cuadra y encontró que ese local había cerrado, pensó en ocuparlo. Claro que iba a tener que compartirlo. Pero a pesar de su corta edad podía distinguir ciertos sentimientos. Y la pena era uno de ellos. Se había dado cuenta que la suciedad en común los unía, y que una pierna a él le faltaba. Por eso, ella, casi instintivamente, no se quejó de tener que compartir el escalón. Algo había en él que le generaba confianza.

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